Acabo de sufrir una anagnorisis. Y no veas como duele. Esta
es la carta que me gustaría escribirte, pero no se puede escribir a algo que
está muerto. Hoy he estado con alguien que me ha recordado a ti, pero no eras
tú. Hoy hace un mes que no respiro a tu lado, y que no tengo que empujarte a un
lado cuando dormimos para hacerme hueco en la cama. Hoy hace un mes que no
meces tus pensamientos sobre mí, y que no te meces encima de mí.
Me encantaba tu pelo, tu pelo liso. Liso como mi pecho. Tu
altura desmedida desde la que me mirabas como se mira a algo sublime. Me
mirabas como si fuera un atardecer tormentoso, una luna aullante o una góndola
que surcara los aires por gran vía.
Oh mama, yo te quería. O te quiero. No sé si se puede querer
a algo que ya no es, que ya no está, que ya se fue. Me parecías tan puro como
la flor de lys, y exactamente como la flor de lys resultaste. Frío.
Nos levantamos por la mañana, y nos entremezclamos. Yo no
llego a las clases porque mi cuerpo pide más, y tú no llegas a tus clases porque
cuando ya estamos saciados el compendio de hórmonas y de amor vuelve a
explotar.
OH MAMMA.
Te echo de menos ahora, porque soy como los giros postales,
y siempre llego tarde.
Te dije que eras inocente y romántico, y creo que la herida
que he sufrido no es nada comparada con la que has sufrido tú. Porque igual que
no se puede sumar un valor de crominancia a un Si bemol, no se pueden sumar dos
personas tan distintas como nosotros. No podemos ser uno. Tú eres tan puro como
una flor de lys, y yo estoy empozoñada hasta la médula; soy S de sífilis, I de
Ignominia, y tú me abandonaste con un No tan rotundo como el de Nimiedad.
En un valor abstracto, querría volver a sentir tus dientes
caninos y tu lengua, y tus besos, y el color que desprendía tu cuerpo al acercarse
a mí. En un valor concreto, ya pasé la etapa en la que deseaba metas
inalcanzables. Lo nuestro está tan roto como el retrato de Dorian Gray, y ahí
dónde había fuego, sólo quedan cenizas. Cenizas que, con el viento, acaban
dándome en la cara, como en la secuencia final del Gran Lebowski.
¿Ese amor que teníamos, lo tiraste al retrete? Espero que
por lo menos no lo reciclaras.
"Tú me rompes la cabeza, yo te parto el corazón."