miércoles, 5 de diciembre de 2012

C/Cheli, nº33.





Acabo de sufrir una anagnorisis. Y no veas como duele. Esta es la carta que me gustaría escribirte, pero no se puede escribir a algo que está muerto. Hoy he estado con alguien que me ha recordado a ti, pero no eras tú. Hoy hace un mes que no respiro a tu lado, y que no tengo que empujarte a un lado cuando dormimos para hacerme hueco en la cama. Hoy hace un mes que no meces tus pensamientos sobre mí, y que no te meces encima de mí.
Me encantaba tu pelo, tu pelo liso. Liso como mi pecho. Tu altura desmedida desde la que me mirabas como se mira a algo sublime. Me mirabas como si fuera un atardecer tormentoso, una luna aullante o una góndola que surcara los aires por gran vía.
Oh mama, yo te quería. O te quiero. No sé si se puede querer a algo que ya no es, que ya no está, que ya se fue. Me parecías tan puro como la flor de lys, y exactamente como la flor de lys resultaste. Frío.
Nos levantamos por la mañana, y nos entremezclamos. Yo no llego a las clases porque mi cuerpo pide más, y tú no llegas a tus clases porque cuando ya estamos saciados el compendio de hórmonas y de amor vuelve a explotar.
OH MAMMA.
Te echo de menos ahora, porque soy como los giros postales, y siempre llego tarde.
Te dije que eras inocente y romántico, y creo que la herida que he sufrido no es nada comparada con la que has sufrido tú. Porque igual que no se puede sumar un valor de crominancia a un Si bemol, no se pueden sumar dos personas tan distintas como nosotros. No podemos ser uno. Tú eres tan puro como una flor de lys, y yo estoy empozoñada hasta la médula; soy S de sífilis, I de Ignominia, y tú me abandonaste con un No tan rotundo como el de Nimiedad.
En un valor abstracto, querría volver a sentir tus dientes caninos y tu lengua, y tus besos, y el color que desprendía tu cuerpo al acercarse a mí. En un valor concreto, ya pasé la etapa en la que deseaba metas inalcanzables. Lo nuestro está tan roto como el retrato de Dorian Gray, y ahí dónde había fuego, sólo quedan cenizas. Cenizas que, con el viento, acaban dándome en la cara, como en la secuencia final del Gran Lebowski.
¿Ese amor que teníamos, lo tiraste al retrete? Espero que por lo menos no lo reciclaras. 
"Tú me rompes la cabeza, yo te parto el corazón."

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